jueves, 25 de julio de 2019


Género y Diferencia entre género y sexo. (1ra. Parte)
Significado.
El concepto de género alude a las relaciones sociales entre varones y mujeres que en nuestras sociedades son desiguales y jerárquicas.
Estas desigualdades encuentran su origen en la interpretación cultural que se hace sobre la diferencia sexual/anatómica de las personas y que configuran formas de ser de lo femenino y lo masculino.
Es decir, que cuando se habla de género no se está hablando solo de mujeres.
A través del concepto de género es posible reflexionar acerca de las diferencias y, principalmente, de las desigualdades sociales, culturales y económicas entre varones y mujeres.
Es posible, así, entender el modo en el que estas desigualdades se fueron constituyendo a lo largo del tiempo, los motivos que las generaron y como se reproducen día a día.
Una reflexión con perspectiva de género invita a revisar los significados de todas nuestras prácticas, incluidas las más intimas y las que atraviesan la construcción de nuestra identidad. Se convierte así en una tarea compleja y delicada que resuena en nuestra propia historia de vida.
Se trata de entender y asumir que uno/a forma parte de una sociedad que promueve determinados modelos y roles de género que se corresponden con un momento particular de la historia.
Esto significa que en otras sociedades, o en otro momento histórico de nuestra sociedad, las relaciones entre mujeres y varones, así como aquello que se considera apropiado para uno y otros, ha sido o podrían ser totalmente diferentes.
La categoría de género permite reconocer que varones y mujeres ocupan posiciones, valoraciones y status social diferentes y que, por lo general, el lugar de las mujeres está subordinado socialmente.
A través de la historia, los espacios públicos, definidos como todo lo que ocurre y se desarrolla fuera del hogar y que tiene importancia para la administración y dirección de la comunidad y del Estado, han sido el lugar propio de los varones.
Lo privado, por su parte, ha sido el espacio atribuido históricamente a las mujeres, y corresponde a las actividades desarrolladas en el hogar, que incluyen el trabajo no remunerado:
         Tareas domésticas.
         Cuidado y crianza de los hijos.
Si bien en la actualidad muchas mujeres ocupan el espacio público a través de su inserción en el mercado laboral y algunos varones participan en las labores domésticas, todavía se asocia el espacio privado a las mujeres y el público a los varones.
Esta separación de la vida cotidiana en dos esferas que se presentan como si fueran contrapuestas, es una de las principales causas de desigualdad entre varones y mujeres, pues ordena y distribuye los espacios sociales habilitados para unos y otros.
Esto resulto clave para dar cuenta de la relegación histórica de las mujeres en el ejercicio pleno de sus derechos, excluyéndolas de la atención estatal, de la participación y del debate de los asuntos públicos (Patrman, 1996).
Asimismo, los espacios sociales que ocupan varones y mujeres tienen íntima relación con los atributos asignados a cada género.
Las características que usualmente se atribuyen a los varones, y que en nuestra cultura se asocian a la masculinidad, son:
         La fortaleza.
         La inteligencia.
         La valentía.
         El control emocional.
         La autosuficiencia.
         La heterosexualidad.
Como contraparte, el ideal de femineidad plantea para las mujeres características como:
         La docilidad.
         La pasividad.
         El sometimiento.
         La fragilidad/delicadeza.
         La maternidad.
         El cuidado del hogar.
         El cuidado de los niños.
         Etc.

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