Género y Diferencia
entre género y sexo. (Segunda Parte)
Estas característica conforman modelos de masculinidad
y femineidad que se corresponden con los roles asignados históricamente a los
varones y a las mujeres, por medio de la reproducción de estos estereotipos –o
ideas simplificadas respecto de cómo somos o deberíamos ser-, se establecen los
espacios y roles de cada género y se reproduce una cultura en la que el varón
ocupa una posición social de prestigio (dominante) y la mujer queda en un
espacio social menos valorado, relegada a un segundo plano.
Para comenzar a entender la Violencia de Género, es
necesario identificar los sistemas de normas, mandatos y asignaciones de roles
que están instaurados en nuestra sociedad.
Todos ellos dan cuenta de una valoración diferencial
que existe entre lo que consideramos atributos femeninos o masculinos, y es
bajo estos parámetros que se construyen las identidades de mujeres y varones.
Esta valoración asimétrica conforma una de las bases
estructurales de nuestra cultura y es la que posibilita el ejercicio de la
Violencia de género, pues a partir de allí se establecen relaciones sociales de
poder y dominación.
Social y simbólicamente los varones se vinculan de
modo directo con el poder, pues en nuestra cultura los atributos de
masculinidad se corresponden con la posibilidad de ocupar posiciones de mando y
de protección por sobre las mujeres y la familia, es decir, un espacio de alta
valoración y estatus social.
En contrapartida, según las características de la
femineidad, se espera de las mujeres que estén al servicio de las necesidades
de la familia, el esposo e incluso del barrio, siempre desde el lugar del
cuidado.
Este es un espacio simbólico que posee menor
valoración social, y que, en consecuencia, ubica a las mujeres en posiciones
sociales de subordinación.
De esta manera, se van tejiendo las relaciones entre
las personas, todas atravesadas por este sistema de normas desde el cual se
promueven relaciones desiguales y jerárquicas en todos los ámbitos de la
sociedad.
Tanto en la privada como en la pública:
• En el
hogar.
• En la
escuela.
• En el
trabajo.
• En la
calle.
• Entre
todos.
• Etc.
En definitiva, es preciso incorporar un análisis que
incluya la perspectiva de género para conocer e identificar las múltiples
circunstancias que intervienen y posibilitan los diferentes tipos de violencia
de género que existen en nuestra sociedad.
Por lo tanto, cada vez que tomamos conocimiento de un
caso de violencia intrafamiliar, una situación de violencia sexual, o de
discriminación en los espacios laborales, entre muchos otros ejemplos, estamos
siendo testigos de que las relaciones entre varones y mujeres son relaciones
jerárquicas, sostenidas en la desigualdad de poder que aun hoy prevalece en
nuestra sociedad.
Por lo expuesto, debemos comprender que Género no es
igual o equivalente a Sexo.
Género es una construcción social por la cual se
espera determinadas actitudes según el género con el cual se identifica el
individuo.
Sexo es macho o hembra de una especie determinada,
género es la representación de lo masculino y lo femenino sin tener en cuenta
la identificación sexual de cada individuo.
Por tal, hoy en día y teniendo en cuenta la Ley
Nacional 26.743 de Identidad de Género, podemos encontrarnos con las siguientes
composiciones de parejas:
• Hombre/Mujer
(Género masculino y femenino concuerdan con su identificación sexual)
• Hombre/Hombre
(Uno se identifica con el género masculino y el otro con el femenino)
• Mujer/mujer
(Uno se identifica con el género masculino y el otro con el femenino)
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